Seva en Curso en Houston, Texas
Los jóvenes voluntarios se encontraban en el centro de acopio Monrose Grace Place como todos los jueves para servir a los jóvenes indigentes de Houston Central. Gracias a que contaban con más fondos fueron capaces de abrir el lugar un día más en la semana, lo cual ha hecho una diferencia increíble en los jóvenes. Ahora tienen más flexibilidad y más oportunidades para satisfacer sus necesidades más cruciales. Se sirvió a aproximadamente 20 jóvenes de entre 13 y 21 años. La puertas abrieron puntualmente a las 6pm. Cuentan con una programación rotativa de los voluntarios para la comida y las actividades planeadas a lo largo del año. Sin embargo, dada la naturaleza sensible de su situación, solo se le permite interactuar con los jóvenes a los “Voluntarios Directos” que cuentan el entrenamiento apropiado de 16 horas.
La comida se sirvió con abundantes aperitivos y postres. Los voluntarios se sentaron e interactuaron con los jóvenes, que parecían estar famélicos y sus corazones y estómagos se llenaron de contento. Después de un receso y de entregar pases de autobús a cada joven (de los que dependen en el día a día), procedieron a la actividad programada para la tarde. Conforme a la actividad los llevaron al “clóset” de dos en dos para que escogieran de entre una variedad de artículos: ropa, artículos de tocador, zapatos, bocadillos, sacos de dormir, etc. También fue una oportunidad para charlar y bromear inofensivamente con los jóvenes a un nivel más personal. Los voluntarios les ayudaron a definir y buscar artículos para sus necesidades básicas.
Este día en particular una chica indigente parecía estar muy consternada con un amigo al teléfono y escaló rápidamente a un enojo fúrico y luego a un colapso en el piso con llanto. Resultó evidente que su amigo la dejaba y cuando se le preguntó por qué lloraba dijo: “¡No quiero estar sola esta noche!” Esta joven en particular obviamente luchaba contra otros problemas psiquiátricos. Después de terapia y acompañarla a través de sus problemas logró ser consolada. Había una especie de inocencia infantil en ella. Poseia un exterior duro pero con carencias serias en sus habilidades para manejar las situaciones, que posiblemente databan de años de trauma y falta de apoyo. Un recordatorio más del daño real que acecha debajo de ellos.
Llegó la noche y los jóvenes se fueron. Los voluntarios se reunieron para discutir asuntos, preocupaciones o áreas de crecimiento, como lo hacían todas las noches de seva a los jóvenes. Sabían muy bien que lo que hacían era solo una gota en el océano de la necesidad árida, pero no puedes escalar el Monte Everest solo mirando la cima.